SÍNTOMAS DE INFECCIÓN URINARIA
Todas las infecciones del aparato genital femenino se muestran con una sintomatología muy similar: DISURIA (dolor en la evacuación de la orina), POLAQUIURIA (necesidad de orinar con demasiada frecuencia y de poco volumen, con la impresión de que la vejiga está llena de nuevo), PRURITO VULVAR, DISPAREUNIA (dolor genital que se produce en relación con el coito) y LEUCORREA (secreción genital blanquecina relacionada con un proceso inflamatorio).
MEDIDAS PARA PREVENIR INFECCIONES URINARIAS
Existen una serie de medidas que se han considerado tradicionalmente como preventivas de infecciones urinarias en aquellas personas que suelen padecerlas de una manera frecuente. Entre ellas encontramos:
1. Beber abundantes líquidos, especialmente agua: El arrastre que provoca una emisión frecuente y cuantiosa de orina por la uretra evita el ascenso de bacterias a través de ésta, de manera que la mayoría de ellas no pueden alcanzar y colonizar estructuras superiores. Por este motivo algunos autores consideran la ingesta abundante de agua como el mejor antibiótico en la prevención de infecciones urinarias.
2. Limpiarse de adelante hacia atrás: Tras la evacuación urinaria o intestinal se recomienda limpiarse de adelante hacia atrás para evitar que las bacterias se propaguen del ano o la vagina a la uretra, dado que dichas bacterias son las causantes de la mayoría de infecciones urinarias.
3. Vaciar la vejiga poco después de mantener relaciones sexuales: Las mujeres sexualmente activas tienen mayor riesgo de sufrir infecciones urinarias por desplazamiento de bacterias al área de la uretra. Por ello, y como medida preventiva, se recomienda vaciar la vejiga tras el coito con la finalidad de evitar el ascenso de bacterias por la uretra.
4. Evitar productos femeninos potencialmente irritables (desodorantes, duchas vaginales,...).
5. Cambiar de método anticonceptivo: diafragmas, preservativos no lubrificados o tratados con espermicidas, pueden contribuir al crecimiento bacteriano.
No obstante, algunas medidas no han demostrado eficacia en los estudios científicos como es el caso de:
1. Beber zumo de arándanos: Se considera que la ingesta de zumos con pH ácido contribuyen a acidificar la orina y favorecen la eliminación bacteriana, pero esta medida sólo tiene una justificación teórica porque en la práctica clínica esto no se ha demostrado.
2. Uso de probióticos: Los probióticos son microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades suficientes causan un beneficio en el huésped, puesto que contribuyen a la acción de la microbiota. No obstante, los estudios actuales no han evidenciado que el uso de probióticos reduzca la frecuencia de infecciones urinarias en comparación con placebo o ningún tratamiento.
HIGIENE EXCESIVA
En numerosas ocasiones, pacientes con infecciones de orina recurrentes, tienden a llevar a cabo una higiene minuciosa del área genital con la idea de eliminar la posibilidad de desarrollo bacteriano. Si bien ésta actitud parece lógica, la realidad es que tiene unas consecuencias opuestas al objetivo que se pretende y provoca un aumento en la frecuencia de infecciones urinarias. Esto es debido a la alteración de la microbiota vaginal.
En la vagina existe un ecosistema equilibrado formado por un conjunto de microorganismos, Lactobacilus principalmente, que llegan acaba funciones de protección frente a patógenos.
Los lactobacilos utilizan la glucosa, generada
por la degradación del glucógeno del exudado,
para obtener energía y dejan un desecho de
ácido láctico y de agua oxigenada (H2O2). La
acumulación de estos compuestos provoca que
las condiciones de la mucosa vaginal se hagan
inhóspitas para los microorganismos intestinales, que dejan así de ser mayoritarios. Igualmente, controla la densidad de los patógenos
potenciales, manteniéndolos en valores bajos,
que no provocan sintomatología. El control es
tan eficaz que en el 70% de las mujeres sanas
solo se aíslan lactobacilos de su vagina.
Por tanto, la alteración de este ecosistema, a través de una higiene excesiva, el uso de determinados productos o algunas medidas anticonceptivas, favorece el desarrollo de patógenos responsables de infecciones genitales.
Ante esta sintomatología típica de infección del tracto urogenital inferior hay que:
1. Diferenciar si existe cistitis, uretritis, vaginitis o cervicitis.
2. Conocer la etiología precisa para establecer una terapéutica adecuada, para la cual se hace indispensable el diagnóstico microbiológico.
3. Excluir la existencia de infecciones superiores (pielonefritis, endometritis,...).
Para establecer el diagnóstico se requiere una exploración cuidadosa de la paciente y un estudio del exudado vaginal y cervical que comprende: pH, examen microscópico en fresco y prueba de las aminas; Tinción de Gram del exudado y cultivos de cérvix para Chlamydia y Neisseria gonorrhoeae y citología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario